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Diego Ibarra – Biografía y Podcast

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Diego Ibarra es natural de Guacara, Estado Carabobo, en el seno del matrimonio de Vicente Ibarra y de Ana Teresa Toro. 

A los 15 años de edad (1813), se desempeña como edecán del coronel Ramón García de Sena. Participa en la batalla de Cerritos Blancos, cerca de Barquisimeto (13 septiembre) y Araure (5 diciembre). En 1814 asiste al sitio de Barinas, combate en San Mateo (febrero y marzo) El Arao, (16 abril), en la primera batalla de Carabobo (28 mayo) y en la segunda de La Puerta (15 junio). Figura entre los defensores de Cartagena de Indias (1815). Emigra a Jamaica. Se incorpora a la Expedición de Los Cayos (1816) ya como teniente y edecán de Simón Bolívar. 

Con el grado de capitán (1817), Diego Ibarra combate en Clarines (9 enero). Es de los defensores de la Casa Fuerte de Barcelona (7 abril) y de los sitiadores de Angostura. En la Campaña del Centro (1818) participa en las acciones de Calabozo, El Sombrero, Semén, Ortiz y el Rincón de los Toros.

Diego Ibarra el buen edecán de Bolívar

Siempre como edecán de Bolívar y con el grado de segundo comandante, realiza la campaña libertadora de Nueva Granada (1819), y se distingue en las batallas de Pantano de Vargas (25 julio) y Boyacá (7 agosto). En Boyacá obtiene su ascenso a primer comandante y la estrella de la orden de los Libertadores. Teniente coronel desde 1820, participa al año siguiente en la Campaña de Carabobo, por lo cual recibe el ascenso a coronel. Destinado al sur de Colombia (1822), bajo las órdenes del general Antonio José de Sucre combate en Riobamba y Pichincha (24 mayo), batallas decisivas para la libertad del Ecuador. De nuevo al lado del general Sucre participa en la pacificación de la provincia de Pasto (diciembre 1822).

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Bolívar lo envía a Venezuela en 1823 con el encargo de formar un cuerpo de reserva de 4.000 hombres, destinado a reforzar el Ejército Libertador del Perú. Cumple esta misión, pero un accidente sufrido al caer de un caballo le impide acompañar al contingente que marcha hacia el sur.

Diego Ibarra, lealtad absoluta a Bolívar

Permanece en Venezuela, donde en 1825 se desempeña como comandante militar de La Guaira. El Gobierno peruano reconoce su actuación al ascenderlo en ausencia al grado de general de brigada del Ejército del Perú el 1° de septiembre de 1826. Entre tanto, a mediados de ese mismo año, Ibarra y Diego Bautista Urbaneja habían salido de Caracas hacia Lima para informar al Libertador de la situación de Venezuela después del estallido inicial de La Cosiata; pero mientras ellos iban por mar a Guayaquil, el Libertador ya viajaba por tierra desde esa ciudad a Bogotá.

Diego Ibarra regresa a Venezuela, donde el jefe civil y militar del departamento, general José Antonio Páez, lo eleva al rango de general de brigada del Ejército de Colombia, nombramiento ratificado por el Libertador presidente el 5 de enero de 1827. Se encarga ese mismo año del mando provisional de la provincia de Caracas, y el 1 de julio de la Comandancia de Armas de Puerto Cabello. A principios de 1829, viaja a Bogotá, y vuelve a Venezuela.

Ibarra luego de la muerte de Bolívar

La reacción antibolivariana y la acción separatista lo obligan al ostracismo voluntario y se refugia en Curazao.

Regresa a Venezuela en 1833 y se reincorpora a los cuadros del ejército. Es uno de los 13 oficiales superiores que el 8 de julio de 1835 deponen a José María Vargas de la presidencia de la República y lo envían al exilio.

Su participación en la Revolución de las Reformas lo lleva a ser destituido de sus grados militares y desterrado. Por decreto legislativo del 21 de febrero de 1845 es rehabilitado en sus grados y títulos, pensiones, goces y condecoraciones. De nuevo en el país, conjuntamente con Antonio Leocadio Guzmán y Tomás Lander, es uno de los miembros del Partido Liberal.

Con el presidente general José Tadeo Monagas realiza la campaña pacificadora de 1848, lo cual le vale el ascenso, en marzo de 1849, al grado de general de división. Al año siguiente (noviembre 1850) solicita y le son concedidas, sus letras de inválido. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 20 de octubre de 1876.

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